la décima de la Sofía

A Valparaíso un día
se vino una gata lacha
muy rechoncha, muy pachacha
y con lo brusco en demasía.
El pedigrí no tenía
más bien el hocico chato
como un cristiano re ñato
a quien le dan en la jeta
la mansa ni que chuleta
con la suela del zapato.

Así fue como este bicho
se coló pa mi chalé’ (t)
y por toitito el parqué’ (t)
se meó igual a un pichicho
Pero a pesar de lo dicho
la cucha acaramelada
frotaba la ñata helada
por entremedio'e mis patas
y muy tirada de guata
en mis brazos se acunaba

Entonces pensé una cosa
que me llenó de emoción
a esta gata una canción
le daré por ser hermosa.
Y a pesar de que's mañosa
y güenaza pal cagüín
me aviva la cueca al fin
y me mejora el caracho
ver cómo este mamarracho
corretea en el jardín.

Por eso le aviso a usté’ (d)

que si le chanta una fleta

a esta gata turuleca

dejaré de ser corté’ (s).

Re chúcara me pondré

y pa verlo azorochao

rotozo y desguallangao

le planto un güen chinchorrazo

y la gata un chiquetazo

pa’ que quede bien pringao.

(Marianela Santis Benítez, febrero 2008)